viernes, 28 de diciembre de 2007

Llanto

Me levanto, me ducho, desayuno una tostada con un té caliente, mientras estoy comprobando mi correo electrónico. Salgo de casa siempre corriendo, siempre cinco minutos tarde para llegar al sitio al que tengo que llegar ya, ahora mismo. Mi cabeza y mis manos no descansan nunca; ando por las calles escribiendo mentalmente cosas que nunca llegan a un papel, tecleo en el piano mis pensamientos y en un ordenador la música que llevo dentro, paso las páginas de los libros a veces con lento no-hacer y a veces con frenesí de quien no puede esperar para llegar al final. En mis clases canto, bailo, cuento cuentos; en mis poemas desmenuzo el mundo, pinto con las palabras. Mi cerebro está siempre demandando algo nuevo, bebiendo de todos los ríos de conocimiento que encuentra a su paso. Voy al cine, a los museos, a los conciertos, a las exposiciones, a los recitales de poesía. En mi bolso siempre llevo un libro o algunos apuntes para llenar con su lectura aquellos minutos de espera inútil. Me considero perezosa por naturaleza y sin embargo hay algo que me empuja a hacer cosas, a no parar nunca. Me gusta estar sola, pero en algunos momentos mi agenda se llena todos los días, y casi nunca estoy donde debo estar.

De un tiempo a esta parte lloro todos los días. Es sólo un momento, un rato, pero, inexplicablemente, pasa. Es como si de repente cayera sobre mi un cansancio infinito, un abatimiento interminable, una debilidad a la que no puedo hacer frente. En algún momento del día me siento, simplemente, vulnerable. En el fondo a veces recibo estas lágrimas con alivio; me hacen sentir que sigo siendo humana, que hay alguna grieta en este algo que muchos perciben como un monolito y que no lo haya sido nunca. En el fondo me gusta saber que al final encontraré dentro de mi las fuerzas necesarias para levantarme, para dejar de llorar, sin ayuda de nadie. A veces hasta me olvido por qué lloro, aunque en realidad siempre lo tengo presente. Y cuando me enjuago las lágrimas, se que el teatro de la vida seguirá continuando por ahora y que verdaderamente todo lo bello termina en algún momento, y no queda otra que aceptarlo.

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