sábado, 29 de diciembre de 2007

Adiós al 2007

El año 2007 se va ya. Y, aunque yo no esté muy dada a aquello de resumir el pasado, y además me rijo más en mi vida por los comienzos y finales del curso escolar que por los cambios de año, en los últimos días he pensado mucho en cosas que me han pasado en este año, las buenas y las malas, y no me resisto a analizarlas aquí.

El 2007 ha venido cargado de viajes que han sido grandes experiencias: Francia, Londres, China, Portugal, Bulgaria, Polonia... Han sido viajes hermosos que siempre quedarán en mi memoria. También ha venido cargado de gente, la nueva y la de siempre; algunos defraudaron, otros han confirmado ser unos amigos verdaderos que están allí para todo lo que uno pueda necesitar.

He aprendido mucho este año. A valorar cada vez más mi trabajo, y a disfrutarlo como nunca. A observar con más minuciosidad la gente o las cosas que me rodean. A saber alejar de mi a aquellos que me hacen daño, por mucho que me pese. A tomar la conciencia de que confiar en la gente exponiéndose al posible daño y desconfiar escondiéndose no son más que una alternativa en la que hay que tomar alguna decisión, que al final no resulta tan difícil (y la balanza se inclina hacia lo primero). A saber que la geometría euclídea a veces se vuelve loca y lo que parece ser dos puntos unidos por una recta resulta ser un triángulo, o hasta quizás una figura de un número indeterminado de lados.

Para el 2008 pido felicidad para los que me rodean. Pido que Marta vuelva a sonreír sin esfuerzo y que no tenga que seguir enjuagándose las lágrimas que ya no tienen fuerza ni para salir. Pido que María pueda dormir tranquila sabiendo que su hermano está bien, sano y salvo. Pido que mi hermana no se asuste nunca más. Pido que mi tía y mi prima vuelvan a respirar tranquilas. Pido que aquellos que se enfrentan este año a las oposiciones - Diana, Lola, Juan, Irene, Blanca, Elena, Paco y otros más - esta vez tengan suerte. Que Carlos encuentre su puerto y aleje de sí ese abatimiento, para volver a pintar con colores fuertes y vivos como la vida misma. Que encuentren el amor todos los que todavía no lo han encontrado. Que no se quiebre la salud de ninguno.

Para mi sólo pido el don de la palabra justa, aquella que aparece necesariamente en cada momento. Esa que apacigua los demonios y ahuyenta los fantasmas, esa que nunca se escapa y siempre permanece, la que sirve para acariciar y amar si hace falta. Esa que consuela a los que lo necesitan y la que me sirve de consuelo. Sólo pido eso porque tengo la certeza de que no echaré en falta otras cosas que son importantes para mi: el cariño de tantos amigos, el don de la música que seguirá brotando de mis dedos, libros por leer, viajes por hacer, cosas nuevas por aprender cada día.

A todos vosotros, todos sin excepciones, os deseo un feliz año 2008. Que sea más próspero que nunca.

viernes, 28 de diciembre de 2007

De la importancia de las pequeñas cosas

El escritor debe ver cosas que los demás no pueden o no logran ver, iluminar al mundo, explicarlo a su manera. Los que escriben suelen ser grandes exploradores de lo divino y de lo humano, y esto último lo encuentran no sólo en las palabras grandilocuentes o ideologías más ambiciosas, sino en las cosas más pequeñas, más insignificantes, en una sola palabra o gesto. La poesía más que cualquier otra forma de escritura se centra en aquello en lo que pocas miradas se fijan; ésta es la particular “mirada del poeta” que apenas desvela, apenas sugiere, pero aún así logra sacudir con fuerza, conmover, hacer vibrar o pensar.

Algunas de estas “miradas del poeta” llegan a nosotros con particular fuerza; son estos “puntos de vista” que por un momento coinciden con los nuestros, se hacen nuestros, nos hacen sentir emociones hasta ahora escondidas. Son instantes que a veces se convierten en eternidades, instantes que guardamos en la estantería sabiendo que siempre estarán allí, al alcance de la mano, de la imaginación. Conocemos el mundo a través de ellos y conocemos a nosotros mismos, a veces con alegría del descubrimiento, a veces con un súbito escalofrío. A veces nos hacen heridas, o destapan simplemente las que ya existen, otras nos ponen una tirita allí donde duele.

Todo esto lo escribo porque acabo de leer el último poemario de Wislawa Szymborska, que es de estos poetas cuyos poemas me producen indistintamente el asombro y la envidia, el primero porque cada uno de ellos crea o descubre un mundo nuevo, y la segunda porque me hubiera gustado escribirlos yo. Szymborska es de estas poetas que hace arte de lo más pequeño e insignificante; sus poemas están poblados por objetos inanimados, animales, nubes, personas que están encerradas en su propia realidad, el propio "yo" poético no demasiado convencido de su propia utilidad, pero que observa atentamente para obtener aunque sea unas pequeñas respuestas a preguntas sin fin, preguntas que por un lado tientan a ser explicadas y por otro alivian por existir, como dice en "El horrible sueño de un poeta". Al final todo es relativo, llega a la conclusión en "El viejo catedrático", y una única respuesta no es posible; sólo nos queda seguir interrogándonos siempre, porque en este interrogarse está la esencia de nosotros mismos, y porque es la única salida que tenemos:

En algún lado debe haber una salida,
eso es más que seguro.
Mas no eres tú quien la busca,
ella te busca a ti.
Es ella la que va
tras de ti desde el principio,
y este laberinto
no es otra cosa que tú,
sólo tú, mientras se pueda,
sólo tú, mientras sea tuya,
huida, huida -

Llanto

Me levanto, me ducho, desayuno una tostada con un té caliente, mientras estoy comprobando mi correo electrónico. Salgo de casa siempre corriendo, siempre cinco minutos tarde para llegar al sitio al que tengo que llegar ya, ahora mismo. Mi cabeza y mis manos no descansan nunca; ando por las calles escribiendo mentalmente cosas que nunca llegan a un papel, tecleo en el piano mis pensamientos y en un ordenador la música que llevo dentro, paso las páginas de los libros a veces con lento no-hacer y a veces con frenesí de quien no puede esperar para llegar al final. En mis clases canto, bailo, cuento cuentos; en mis poemas desmenuzo el mundo, pinto con las palabras. Mi cerebro está siempre demandando algo nuevo, bebiendo de todos los ríos de conocimiento que encuentra a su paso. Voy al cine, a los museos, a los conciertos, a las exposiciones, a los recitales de poesía. En mi bolso siempre llevo un libro o algunos apuntes para llenar con su lectura aquellos minutos de espera inútil. Me considero perezosa por naturaleza y sin embargo hay algo que me empuja a hacer cosas, a no parar nunca. Me gusta estar sola, pero en algunos momentos mi agenda se llena todos los días, y casi nunca estoy donde debo estar.

De un tiempo a esta parte lloro todos los días. Es sólo un momento, un rato, pero, inexplicablemente, pasa. Es como si de repente cayera sobre mi un cansancio infinito, un abatimiento interminable, una debilidad a la que no puedo hacer frente. En algún momento del día me siento, simplemente, vulnerable. En el fondo a veces recibo estas lágrimas con alivio; me hacen sentir que sigo siendo humana, que hay alguna grieta en este algo que muchos perciben como un monolito y que no lo haya sido nunca. En el fondo me gusta saber que al final encontraré dentro de mi las fuerzas necesarias para levantarme, para dejar de llorar, sin ayuda de nadie. A veces hasta me olvido por qué lloro, aunque en realidad siempre lo tengo presente. Y cuando me enjuago las lágrimas, se que el teatro de la vida seguirá continuando por ahora y que verdaderamente todo lo bello termina en algún momento, y no queda otra que aceptarlo.

lunes, 24 de diciembre de 2007

Navidad (y van III)

Aunque ya hace bastantes años que vivo en España, la Navidad la sigo celebrando de acuerdo con las tradiciones de mi país (que es Polonia, por si alguien todavía no se ha enterado). El día 24 de diciembre es muy especial para nosotros. Cuando uno es pequeño, porque ese día nada más despertarse uno corre hasta el árbol para ver todos los regalos que durante la noche había traído el que aquí se hace llamar Papá Noel, pero que en mi tierra llamamos "Gwiazdor", que viene a significar "el hombre de las estrellas". Los regalos se quedarán allí todo el día, porque sólo se abrirán después de la cena. Y la cena se empieza a preparar desde por la mañana, y en realidad es algo entre la comida y la cena, porque empieza sobre las 4 de la tarde, cuando sale la primera estrella, y termina a las tantas de la noche; claro, como el número de los platos también está determinado por la tradición, y suele haber por lo bajo unos 13, pues no es de extrañar...

Pero antes hay que preparar la mesa; el mantel siempre es blanco, y en los pueblos la tradición es meter algo de paja debajo, para recordar al establo donde nació Jesús. Otro detalle importante: siempre hay en la mesa un plato más del número de comensales, por si en último momento viene alguien que no tiene familia con la que pasar ese día. Y antes de empezar a comer, se reparte una oblea entre todos los familiares deseándoles suerte y felicidad para todo el año siguiente.

Según la tradición, el día 24 no se come carne. Los platos principales son, por tanto, de pescado, tanto servido en frío como en caliente; luego también están empanadillas de setas, col con setas, sopa de remolacha y, como no, muchos, muchos dulces... Vamos, lo típico de las Navidades: comer hasta no poder más...

Y entre plato y plato, los villancicos, como no...

sábado, 22 de diciembre de 2007

...

"Clea era demasiado noble para enamorarse de otra manera que no fuese apasionadamente, y al mismo tiempo era muy capaz de enamorarse de alguien con quien sólo hablara una vez por año. El río profundo y tranquilo de su corazón atesoraba las imágenes y al mismo tiempo las reflejaba en la corriente rápida, las dejaba hundirse más profundamente en la memoria que la mayoría de nosotros. La verdadera inocencia no puede hacer nada vulgar, y cuando va unida a la generosidad de corazón, la combinación da por resultado una extraordinaria vulnerabilidad".

L. Durrell, "Balthazar"

viernes, 21 de diciembre de 2007

"Coge este barco a punto de hundirse..."

Aunque ya no se encuentre en los cines, recomiendo encarecidamente que veáis una película que me emocionó profundamente: "Once". Una historia muy sencilla y complicada a la vez, como la vida misma. Y con una banda sonora increíble, como podéis comprobar con esto...

lunes, 17 de diciembre de 2007

Noticias de la sala de profesores

En estos días el conservatorio resuena con ecos de Brahms y Debussy; es la orquesta de los alumnos que prepara la 4ª Sinfonía y el Preludio a la siesta de un fauno. Cuando puedo, me escapo de mi aula para escucharlos un poco, y da igual que los metales estén desafinados...





Aquí os dejo lo que se puede ver en la sala de profes...



domingo, 16 de diciembre de 2007

Comida navideña...


Con algunos amigos...

sábado, 15 de diciembre de 2007

Nunca me abandones

Tengo una relación muy personal con los libros. Con eso quiero decir que a veces con los libros me pasan las mismas cosas que con las personas: discrepo con ellos, me enfado con ellos, río y lloro con ellos, los escucho contarme sus historias... También hay veces en las que un libro me atrapa antes todavía de abrir sus páginas, de empezar a recorrer una a una las líneas que lo conforman. Es como un amor a primera vista, absolutamente inexplicable.

En mi última visita a una céntrica librería sevillana me llevé cuatro libros, pero fue uno en particular que llamó poderosamente mi atención, "Nunca me abandones" de Kazuo Ishiguro. Yo ya había leído en algún momento "Los restos del día", y me gustó esa manera lenta y parsimoniosa de contar las cosas, como si en realidad no pasara absolutamente nada, pero esta vez fue como si el libro me gritara desde la estantería con fuerza, y por más que quise ignorarlo, no tuve más remedio que comprarlo y traerlo a casa. Y leerlo en un día.

Es un libro a la vez profundamente hermoso y desconsolador. Y es lo segundo porque Ishiguro vuelve a la tradición de la novela distópica (1) de Zamiatin, Huxley u Orwell, y sin embargo hay una sutil diferencia con ellos. Los mundos de "Nosotros", "Un mundo feliz" o "1984" se presentan como totalitarios, controladores, opresores, pero también son mundos indeseables, por lo menos por algunos individuos que se rebelan contra el sistema que les convierte en casi inhumanos. La distopía de Ishiguro es mucho más sutil, y por tanto, en el fondo mucho más perversa; es un mundo en gran parte rural, bucólico, sosegado, en el que la vida pasa sin grandes sobresaltos, pero hay una intuición de algo oscuro, de algo que no está dentro de nuestros cánones de la moralidad, y que sin embargo es aceptado sin cuestionamientos, sin resistencia. Los protagonistas en ningún momento intentan escapar de su destino, tan marcado desde su mismo nacimiento, como mucho sueñan con un aplazamiento, con un poco más de tiempo para amar. Es precisamente eso, esa falta de voluntad individual para cambiar las cosas, lo que resulta tan desalentador.

Pero también hay un leve aliento de esperanza, porque en un mundo así lo único que da todavía algún sentido a la vida es la amistad y el amor. Y la amistad y el amor se tejen y entretejen entre un triángulo formado por dos amigas y un chico, trágico a veces porque en los triángulos siempre aparecen las mentiras y los celos, y a veces lo verdadero triunfa demasiado tarde: "No hago más que pensar en ese río de no sé qué parte, con unas aguas muy rápidas. Y en esas dos personas que están en medio de ellas, tratando de agarrarse mutuamente, aferrándose con todas sus fuerzas el uno al otro, hasta que al final ya no pueden aguantar más. La corriente es demasiado fuerte. Tienen que soltarse, y se separan, y se los lleva el agua. Pienso que eso es lo que pasa con nosotros. Qué pena, Kath, porque nos hemos amado siempre. Pero al final no podemos quedarnos juntos".

Es triste, sí. Pero en el fondo creo que no es abrazarse y permanecer lo que importa; lo que realmente es importante es ese intento de agarrarse y no soltar al otro, esa lucha y esa desesperación que nos fluye por dentro cuando nos damos cuenta que no podemos vivir sin las emociones que nos da el confiar nuestros pensamientos y nuestra vida al otro. Y que mientras haya eso, seguiremos siendo profundamente humanos, errantes e imperfectos, pero humanos al fin y al cabo.

viernes, 14 de diciembre de 2007

jueves, 13 de diciembre de 2007

Vergüenza

Cuando llegué a la ciudad que ahora habito, en sus semáforos proliferaban hombres que vendían tabaco de contrabando. En algún momento los sustituyeron mujeres gitanas viejas que vendían "La farola", y éstas finalmente dieron paso a africanos que se afanan en vender pañuelos de papel durante todos los días del año, incluído el agosto más caluroso.
Me fijo mucho en ellos cuando paro con mi coche junto a un semáforo en rojo. Agitan sus manos llenos de paquetes de pañuelos con una gran alegría y siempre te dedican una gran sonrisa, pero en sus caras y en sus ojos se puede leer el abatimiento, el cansancio, quizás algo de miedo. A veces se sientan en el borde de la acera y cubren la cabeza con sus manos, como intentando encogerse y olvidarse del sitio en el que se encuentran, o quizás simplemente para descansar de esa sonrisa forzada de agradecimiento que muestran al coche tras coche, un comprador tras otro.
Cuando los veo así, mi cuerpo lo recorre un súbito escalofrío. Porque yo también soy inmigrante, y porque en parte puedo entender sus sentimientos de sentirse perdido en un país en el que nada es tal como uno lo aprendió en la infancia: ni el idioma, ni las costumbres, ni tan siquiera los sentimientos de la gente. No es fácil para nadie arrancarse de su tierra e intentar echar raíces en otra parte. Y sin embargo yo soy una mujer europea, blanca, rubia y de ojos azules, con estudios superiores, y salvo algunas pequeñeces, nunca me sentí rechazada por ser de fuera, nunca tuve grandes dificultades a la hora de conseguir lo que quería en mi vida aquí. Y me pregunto si tendría el coraje suficiente para intentar vivir aquí sin papeles, sin familia, sin nada, simplemente sobreviviendo un día tras otro. Y no se la respuesta.
En un semáforo en el que paro todos los días yendo a trabajar hay un inmigrante africano que me ha llamado particularmente la atención. Todas las mañanas le veo pasando entre los coches y ofreciendo pañuelos a los conductores que no pueden evitar reírse viendo sus coloridos disfraces. Le he visto ya vestido de flamenca, de duende, de princesa de cuento de hadas, con pelucas puestas, pintado con un maquillaje horrible. Sus ojos parecen siempre estar en el borde de esperanza y de llanto. Hoy cuando me pasó por la ventanilla aquel paquete de pañuelos que yo no necesitaba, y cuando recordé los motivos por los que lloré en la almohada la noche anterior, de repente sentí vergüenza. Así de simple.

miércoles, 12 de diciembre de 2007

De tránsitos, de la necesidad de escribir y otras divagaciones

Me ha llegado hoy un e-mail anunciándome que fui una de las once finalistas de un importante premio de poesía. Confieso que, evidentemente, hubiera preferido ganarlo, pero aún así me dio una alegría. Parece que mi "Tránsito" va dando por allí sus pequeños pasos y, quien sabe, quizás algún día llegue a alguna parte.

"Tránsito" nació de mucho amor, y de mucho dolor. Yo siempre viví rodeada de libros, y leyendo a todas horas y en todos los lugares posibles (hasta estudiaba el piano con un libro apoyado en las rodillas), pero sólo cuando alguien me hizo una herida profunda que tardó años en cicatrizar sentí la necesidad de sacar de mi todo aquello que se acumuló dentro de mi durante el tiempo en el que leí mucho, viví y amé intensamente. Primero llegaron algunas notas y fragmentos anotados en alguna de mis innumerables libretas. Luego, y por circunstancias de la vida, nació mi primer blog, que en principio tenía un único destinatario (que lo leyó), pero que creció y creció hasta contar con muchos lectores y comentaristas asíduos. En algún momento, y me resulta difícil saber cuál fue exactamente, las palabras que vertía en este espacio virtual se convirtieron en versos, versos que además aparecían allí prácticamente a diario.

Aquellos poemas primerizos me enseñaron mucho. El blog permite alimentarse a diario de los comentarios de la gente, ver sus reacciones, escuchar lo positivo y lo negativo. Publiqué allí muchos poemas malos, y algunos buenos, y las respuestas de algunos me han hecho aprender muchas cosas. Hubo un comentario en concreto, anónimo, que me hizo pensar y que todavía resuena en mi cabeza en los momentos en los que me pongo a hilar versos, porque me pedía que escribiera cosas que realmente sacudieran, porque me veía capaz de hacerlo. Todavía lo intento, intento hacerlo de verdad. Y ese intento es ya algo más que mero pasatiempo, es parte de mi misma, es una manera de vivir las cosas, siempre procurando ver más allá de lo visible y palpable.

Aquel blog ha desaparecido ya, y sus archivos están ocultos. Lo abandoné porque en algún momento ya se esfumó esa presencia fantasmal que me persigió durante largos años, y porque seguí necesitando escribir... pero necesitaba hacerlo con tranquilidad, oculta de miradas de curiosos. Fue entonces cuando empecé a escribir "Tránsito", ese libro que cuenta el amor de la manera más sencilla posible, sin artificios, con una sinceridad absoluta. Creo personalmente que la magnitud del amor no se cuenta por su duración, sino por lo que duran sus secuelas; este libro es de alguna manera el resumen y recordatorio de un gran amor... Pero también es un libro que me dio muchas alegrías: las personas que lo leyeron se han quedado encantadas, y mi querido amigo Carlos ve un cuadro tras cada uno de los poemas del libro. Espero que me siga dando alegrías, pero yo sigo escribiendo, y ahora naufrago en una ciudad que a veces te da cobijo y a veces se torna pesadilla de calles vacías e interminables.

Este blog ya no está destinado a nadie. No es un reflejo de narcisismo egoísta, ni de la necesidad de hacerse notar. Nace simplemente de las ganas de contar las cosas, algunas trágicas y otras propias de la comedia, de compartirlas con los que (y lo sé) están en el otro lado de la pantalla, diseminados por el mundo. Quizás por eso ya no tengo la necesidad de esconderme tras un seudónimo o un nick; simplemente soy yo, con todas mis circunstancias...

LA IMPOSIBILIDAD DE NO RESPIRAR

puedo vivir sin ti
sólo es cuestión de acurrucarse
en algún punto indeterminado
del colchón
y hundirse lentamente
hasta un punto oscuro
de la inconsciencia

puedo sobrevivir sin ti
igual que puedo no llorar
no leer ningún otro libro
no volver a reír
no transitar nunca más
entre las verdades
hechas de luz y de sombras
con tan sólo un susurro

podría hacer todo esto
pero entonces la vida
quizás ya no sería
vida

Navidad (II) - corolario

Para los que no habéis adivinado la pieza de Chopin de la que hablaba anteriormente, aquí tenéis este Scherzo nº1 op. 30 en si menor, cuya parte central (más o menos a partir del minuto 3:49) se basa precisamente en el villancico que para mi es el más bonito dde todos los de mi tierra.
Al piano Yundi Li, ganador de Concurso de Chopin de Varsovia en 2000, un pianista todavía muy joven y al que a veces falta algo de madurez y de calidez, pero que no lo hace nada mal. Hubiera puesto otras interpretaciones, pero hoy por hoy no están en youtube :).
Espero que lo disfrutéis.

martes, 11 de diciembre de 2007

Navidad (II)

Os dejo mi villancico favorito. No son versiones que más me gusten (la primera por la calidad de voces, y la segunda porque convierte un compás a tres en un compás a cuatro, y eso no deja de ser extraño), pero tampoco he encontrado nada mejor. A los fanáticos de Chopin les debería de sonar; es uno de los pocos fragmentos de música popular polaca que utilizó en sus obras....



Navidad (I)



Para todos aquellos que ya echan de menos la Navidad...

sábado, 8 de diciembre de 2007

...

también es JUSTO
que pierdan los buenos
y ganen
los de siempre

QUIÉN DICE
QUE QUEDAR PRIMERO
ENNOBLECE?

todo depende
de cómo
se llegue

Antonio García Villarán

Pongo este poema porque esta semana me viene ni pintado...

Conversación

Mi amiga Paola (después de contarle los acontecimientos de la semana): Tía, es que tu vida parece sacada de una serie, algo así como entre "Mujeres desesperadas" y "Sexo en Nueva York"...
Yo: Hija, te aseguro que estas cosas son muy graciosas cuando las ves en la pantalla, pero no lo son para nada cuando las vives en persona...

miércoles, 5 de diciembre de 2007

Absurdos

Quién me iba a decir que escribir una y otra vez "Es copia fiel del original" en un montón gordo de papeles puede salvar a uno de la locura...

lunes, 3 de diciembre de 2007

En silencio

Hay a quien le pesa el silencio. Puede que sea porque le apene quedarse a solas con sus propios pensamientos, puede que sea porque en el silencio surgen a veces voces de aquellos que no están ya con nosotros, por la distancia en el tiempo o en el espacio. En realidad no importa el motivo cuando el silencio se convierte en una losa pesadísima, un tormento insalvable... Pero el silencio también es un amigo que acompaña en los momentos de descanso, el que abraza a la soledad necesaria. Es la promesa de un gesto que no lo rompe pero lo llena, de una mirada que todo lo dice, de una conversación a susurros porque con apenas mover los labios ya es suficiente. Es la mano que toca y que acaricia cuando no hacen falta las palabras, porque a veces todo puede discurrir en un hondo silencio que no incomoda, ni pesa, ni ahoga, sino que simplemente está ahí. Como siempre.

domingo, 2 de diciembre de 2007

...

"Si estás deportado, ¿por qué no haces saber de ti? Los otros lo hacen. ¿Es que ya no me quieres? No sé por qué, pero no lo creo. Enconces, o estás deportado o te has muerto. Si es así, te pido que me dejes, que me des libertad para vivir, para respirar este aire". Y ella misma contestaba por él: "Eres libre... ¿Acaso te retengo?". Ella replicaba: "Eso no es una respuesta. Vete de mi memoria, sólo entonces seré libre...".

Mijaíl A. Bulgákov, "El maestro y Margarita"