lunes, 5 de mayo de 2008

Independencia

Sentirse niña otra vez por un momento. Dejar que alguien haga algo por ti no porque tú no puedas hacerlo, sino por el mero placer de abandonarse, por sentirse un tesoro frágil al que cuidar. Que alguien cocine para ti tu plato favorito, te acompañe a urgencias aunque solamente tengas un dolor de garganta, que te lave el pelo como si tú misma no pudieras hacerlo.
La independencia de la mujer es su bien más preciado. Lo tiene que ser aún más cuando, por un momento, lo entrega a alguien.

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