domingo, 8 de abril de 2007

Errores

Todos cometemos errores. Mi error más grande fue querer demasiado.
Me duró casi seis largos años. Un año bueno, medio año de tortura, tres años de nada, un intento de vuelta, casi dos años de tránsito intentando cerrar las heridas. Nadie sabe la historia completa, probablemente ni siquiera yo. Nadie sabe las veces que me iba a la cama con el alma arrugada por el llanto. Nadie sabe que tantas y tantas veces cuando me preguntaban por cómo estaba, simplemente mentía diciendo que "muy bien".
El desamor es un proceso, no un momento. Es un golpe que te tumba sin previo aviso y que te pone encima un peso enorme que impide o dificulta el poder levantarse. Es despertarse cada mañana con un fantasma que te da golpecitos en la espalda para recordarte que todavía sigue allí, es llenar los días de muchas cosas para que pasen más rápido, es acostarse envuelta en piel de otro y despertarse en medio de la noche con lágrimas en los ojos, queriendo huir, queriendo borrar algo, aún sin saber qué exactamente. Es mantener a raya a todo aquel que intenta aproximarse, es no dejar entrar nunca dentro a aquellos que te quieren o están dispuestos a quererte, es dejar pasar oportunidades maravillosas, gente por conocer. Es morir y no poder morir. Es un vacío que late en lugar del corazón, una soledad más negra que la entrada al infierno mismo, es escibir hasta agotar todas las palabras, y menos mal que por lo menos queda eso, escribir, escribir, y escribir hasta perder la conciencia.
No pretendo ser literaria. La literatura quedó en otro lugar, en muchos poemas que escribí y no publiqué en este blog y que ahora recopilé en un poemario que a lo mejor algún día vea la luz. El tránsito. En él hasta las palabras son poco y dejan de ser tus amigas, y quizás es esto lo que intenté explicar a dos amigos, un pintor y un poeta, cuando me preguntaron por el significado de un poema, "Mujer - palabra": esa sensación de no ser más que unas palabras, unas fantasías proyectadas sobre un rostro que fue mío y que creo que la otra persona nunca vio. Necesité muchos años para entenderlo, si es que lo he entendido realmente. Ahora quiero que vengan otros tiempos, tiempos de primavera, del renacer, tiempos de mirar a los ojos de otra persona y de reconocerse en ellos. Creo que ya estoy lista.
Desearme suerte. Ojalá ocurran milagros.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Buena suerte, cielo.

Mayte dijo...

Sé lo que es eso...a veces uno quiere demasiado a quien no sabe ya no querer, sino dejarse querer.

Bikos!

Alter Ego dijo...

Pues nada, Suerte. Abrazo Gratis

Anónimo dijo...

Te reencontré. Y lo hago justo con un post en el que parece que hablas de mí y de mi vida. Aunque, en realidad, lo sé, somos muchas las almas arrugadas.

Has descrito, como siempre a la perfección, esas sensaciones que produce el desamor.

Sólo hay algo con lo que no estoy de acuerdo contigo: querer demasiado nunca es un error. Aunque duela...

Besos.

a veces yo dijo...

Sí, mi querida amiga. Los milagros son posibles. Sólo hay que estar preparad@ para ser testig@ partícipes de ellos. Un beso.

P.D: Sigo a la espera de ese encuentro literario.

Anónimo dijo...

me alegra que te desnudes. no tienes que ser fuerte por defecto;
sólo te faltaba quitarte la coraza, relajarte... es fácil quererte.
tal vez ahora el tiempo te descubra que el amor de verdad no sabe a dudas, ni a deseo desperdiciado.

Luis Martínez Riquelme dijo...

La larga travesía del amor...

Quién no ha descubierto en ella
el aroma agridulce de atardeceres silentes y bailes de infinito orgasmo...en los valles de la ternura.

Cuatro fueron mis pecados,
y alguna vez lo supiste, amada...

Conocerte y violar promesas,
guardar silencios tormentosos,
guarecerme en poemas que nunca entregué,
disfrutar de tu amistad incondicional...???

Saludos desde Concepción, Chile.-

RomáN dijo...

Ya ves, pude dar contigo de nuevo entrañable Martika!

Lo que escribes ha hecho que recuerdo cicatrices aún no aliviadas, pero con tu manera de narrarlo hasta las tristezas son alegres.
Te dejo esta canción de aute que me vino a la mente al leerte, porque siempre queda la música...

QUEDA LA MÚSICA (L.E. Aute)

"Miro el instante que ha fijado
la fotografía,
ríes con la timidez de quien
le avergüenza la risa.
Quince años que sujeto entre mis brazos
al compás del último disco robado.
Nada queda en ese trozo de papel,
todo es alquimia;
veo que es la prueba más veraz
de que todo es mentira.
Esos rostros ya no llevan nuestros nombres,
son dos máscaras perdidas en la noche,
pero, queda la música...

Siento que ese tiempo que se fue
no ha sido nunca nuestro,
como cuando te miro y no logro
recordar tu cuerpo;
no eras tú aquella insolencia de latido
que encendía mis deseos más prohibidos.
Creo que tú y yo no somos más
que dos desconocidos,
otros, dos extraños que en el tiempo
se han hecho asesinos
de esos dos niños de la fotografía
que, abrazados, van bailando por la vida,
pero, queda la música..."