miércoles, 14 de marzo de 2007

En concierto

La mañana parece ser como todas las mañanas, y eso es lo que intentas pensar, pero en el fondo de los dedos sabes que no es asi. Al pasar al lado del piano lo miras con desafío en la mirada, como queriendo decirle que tú eres quien manda, que más vale que no se subleve, que tú eres el amo de la situación. El día pasa como cualquier otro día, aunque con detalles diferentes y bien conocidos: sacar la ropa del concierto del armario, preparar las partituras, recoger el pelo de la manera que no moleste después de la ducha.... Camino al concierto escuchas la radio con música cualquiera y tarareas las canciones del año de la polka, se te ocurren repentinamente ideas para un poema y cruzas los dedos mientras buscas una plaza de aparcamiento en pleno centro.
Luego, todo va deprisa: un corto ensayo para ver cómo está el instrumento, cambio de ropa, maquillaje, el apuntador que te dice que sólo faltan cinco minutos para empezar, el murmullo del público que notas detrás del escenario justo antes de salir. Los dedos algo fríos, el estómago un poco encogido, el corazón tan consciente de latir con fuerza. Al salir el escenario las luces te ciegan y en el primer momento no ves al público, pero en cuestión de segundos te das cuenta que la sala está llena, y que todos te están esperando precisamente a ti. Saludo, aplausos de bienvenida. El teclado del piano te parece en este momento un viejo amigo al que conoces desde mucho, mucho tiempo, así que le sonríes, como para tranquilizarle, o tranquilizarte. Con la primera nota desaparece el público y estás solamente tú y el piano, un dúo perfecto, invencible, y las notas brotan como milagros de todos los colores. Fuera de ellas, el silencio. Y ya no te importan los aplausos finales, porque te llevas el silencio del público que te escucha, interrumpido sólo por la respiración de la sala que va y viene al ritmo de la música.

4 comentarios:

Alter Ego dijo...

Pues tal y como lo explicas, me da una envidia tremenda no pasar por este ritual tan romantico de un concierto. Abrazo Gratis

a veces yo dijo...

Menuda sensación!! Casi parecía ser yo el que tocaba el piano. Desgraciadamente, he vuelto a la realidad y me he tomado un vasito de agua. Sin hielo.

Mayte dijo...

Sencillamente hermoso...

Un abrazo siempre!!

Rafael dijo...

¿¿¿A qué hora estarás mañana en el Conservatorio??? Casi podía oir las notas...
besos!