miércoles, 24 de octubre de 2007

De la fragilidad de las cosas

La vida siempre sigue.

La cotidianeidad acaba imponiendo su reinado de acciones repetidas. No queda otro remedio que volver a levantarse, a caminar, a lavarse los dientes tres veces al día. A veces es muy fácil, porque aparentemente tan poco ha cambiado, y porque tantas veces ya hemos aprendido que todo lo bello pasa delante de nosotros para no volver, para no quedarse, y somos tan adultos que podemos asumirlo sin demasiadas lágrimas, sin histeria, sin dolor derramándose por los costados. La vida sigue... y logramos olvidar, reir, y hasta nos resulta asombrosa la facilidad que tenemos para ello. Y sólo hay algunos momentos, algunos relámpagos provocados a veces por una palabra, un sonido, un olor, en los que el estómago se nos hace un puño, y en los que nos damos cuenta que todavía echamos de menos algo, aquella cosa tan insignificante que nos hacía tanta gracia...

Luego, la vida sigue adelante una vez más.

1 comentario:

a veces yo dijo...

Efectivamente, la vida sigue. Con sus relámpagos y sus pellizcos que nos hacen reír y llorar a partes iguales.

Un besote.